La niña era un buzo sin oxígeno. A la deriva. No sabía como había llegado hasta ahí, pero ya no tenía aire idóneo para sus pulmones. Tenía, necesitaba, debía salir de ahí y no poseía ningún tanque de oxígeno. Un príncipe con traje pegado llego a su rescate. Le dio una mascarilla y juntos salieron al ruedo de nuevo.
Existe un poder superior que me condenó a ponerme de rodillas frente a ti. Que hace que mi poca e infrahumana vida penda del color de tus ojos chocolates. Que mi vida prevalezca en el tono de tu voz y que mi cordura dependa de las notas de tu risa.
Me apunto a dar todo lo que soy, lo que tengo, mis ilusiones, sueños y verdades por salvar tu vida, que para mi vale más que el poema más profundo del universo. Y si una canción puede reunir lo que eres para mí, maldita sea, blasfema. Bienvenida al agujero de mis pensamientos. (Sé que eso no funciona contigo… Me voy a morir si no te tengo).
Un día de estos dejará salir el vampiro que hay en ella, porque eso la está matando. Y no podrá resistirse al placer de la roja sangre que corre por tus venas y arterias. Y querrá chupar la suavidad y dulzura de tu piel dura y morena. No se podrá resistir. Te hará el amor sin censura. Todo amor y pasión. Luego se dará cuenta de que no fue un error.
No hay comentarios:
Publicar un comentario