lunes, 14 de junio de 2010

Poema del alma errante



Evoco viejos pantanos llenos de mugrienta
Y maloliente suciedad.
Vil desparrame de sangre.
Me siento vacía.
Vagando entre espectros de mil y pocos colores.
Me siento sucia.
Como violada por la dulce luna.
Que de dulce no tiene nada.
Todos mienten sobre su suave carisma y su bondad infinita.
Yo no quiero tocarla.
Huele a miel y sus brazos son de seda.
No la quiero.
Porque la luna es un hombre y me ha hechizado.
Ha pronunciado las palabras prohibidas por el Edén lejano.
Me ha convertido en lo que soy, en una no- muerta.
Me ha transformado en una criatura de la noche para solamente
Adorarle a él.
Me ha maldecido, puedo ver a los muertos, reconocer brujería
Y demás porquerías.
Pero la peor parte de todo es que debo beber sangre.
Yo, que era un orgullo para mi raza, una humana bastante especial.
Ahora una vil amenaza para los míos.
Nada será igual.
Porque la luna me embrujó, la luna es un hombre.
Y su verdadero nombre me es prohibido tan siquiera pensarlo.

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