miércoles, 5 de enero de 2011


¿Puedo follar con la música?
¿Puedo?
¿Puedo?
¿Puedo?
Porque creo que acabo de orgasmearme.

Y en esa canción estas tú.
Y en ese dibujo que hice para tu cumpleaños.
Y estas en el brillo de las lágrimas que resbalan seductoramente por mis mejillas.
Y en el dolor que abarca desde mi pecho hasta la punta de los dedos con que estoy escribiendo esto.
Y en cada recuerdo que tengo.
Y en el amarillo de las bancas y el negro de mi alma.
Y en el aire que respiro.
Y en la forma que camino, porque me imagino caminando junto a ti.
Y en ese dolor que sigue allanando mis entrañas de saber que no puedo llegar a ti.
Y en el rojo de mi boca y lo chocolate de tus ojos sonrientes.

Y lo peor de todo, es que te encuentras en todas las canciones que escucho, por eso mis orgasmos podrán no llevar tu nombre, pero si tú esencia, tú presencia y tú deseo.
Por eso me odio, porque para dejarte ir, tendría que borrar gran parte de lo que soy, de lo que me gusta, de lo que anhelo.
Si renuncio a ti… ¿no estaría renunciando a mí también, al menos en parte?
Si te borro de mi vida, ¿no sería como arrancarme un brazo o al menos tapar una de las válvulas de mi corazón?
Eres TODO eso.
Y me odio por ello.
¿En qué jodido momento la vida, o yo, te dimos tanto poder?
Tanto poder como para destruir mi personalidad, mi amor por la música que escucho, porque si te saco de mi vida tendría seriamente que conseguir nuevas bandas que escuchar y urgentemente, de lo contrario acabaría por regresar corriendo hacia ti.

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