domingo, 2 de enero de 2011


Hace algún tiempo pisoteé ciertos sueños de color rosa que albergaba mi mente de niña que aún creía en un mundo amoroso y primoroso.

Todo esto dio paso al monstruo epistémico que soy ahora: una gamberra de dos décadas que no posee la fuerza suficiente para defender lo que más quiere, que por cierto, es un jovenzuelo de lo mas peculiar y adorable.

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Los fantasmas dicen que no tienes sentimientos.
Los zombies comentan que hueles a menta.
Las hadas se ríen como locas al decir que tienes una obsesión compulsiva por las mentiras sonrojadas por el sexo.
Los vampiros te odian por haberme hecho el amor.
¿Y qué decimos las pequeñas ladroncillas como yo?
Que tienes una piel de ensueño, gruesa y suave a la vez.
Tu voz no le tiene envidia ni al mejor tenor del mundo.
Los pintores podrían encontrar un muso bastante egoísta y vanidoso en ti.
Tu cuerpo podría ser el templo de cualquier religión pagana y nefasta.
Que tus movimientos son más fluidos que los de un bailarín.
Que me tienes hecha un lío y que no puedo bajarme de esta nube en la que me pusiste.
Aunque reconozco tus estúpidos defectos.
Total, que todos somos humanos.
Mentira.
Aquí la única humana soy yo.

1 comentario:

  1. ...y lo que escribes, muy bello :)

    Será un placer escuchar tu sangrar hasta que la vida te sonría de nuevo.

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